Si bien intentamos que todos nuestros artículos sean didácticos, el de hoy tiene un plus: no solo te dará un tema de conversación interesante, sino que, además, te mostrará el indudable valor del conocimiento. Hoy hablaremos de una figura histórica, Tales de Mileto, y su relación empresarial con el aceite de oliva.
El aceite de oliva y Tales de Mileto
Tales vivió y murió en Mileto (de ahí su nombre), una ciudad de la costa de la antigua Jonia, una polis entre todas las que conformaban la Antigua Grecia, zona que a día de hoy pertenece a Turquía. Como es habitual en toda la costa mediterránea, la producción de aceite constituía una parte importante de la economía del lugar. Esto lo decimos porque es relevante para el relato que vamos a contar.
La inclinación hacia el saber, hizo de Tales un matemático y filósofo, y, como acostumbraban a ser por aquella época los filósofos, su carácter era el de una persona meditabunda, perdida, la mayor parte del tiempo, en sus pensamientos y reflexiones sobre los temas que realmente le interesaban: la astronomía, las matemáticas y la física.
Estas inquietudes le alejaban mucho de otros aspectos cotidianos como eran, por ejemplo, vestir buena ropa o comer de forma habitual; su vida era muy austera, como habrás deducido. No obstante, aunque fuese a su bola, era una figura popular de gran relevancia en su ciudad. Algo que no dejaba de sorprender a sus vecinos, de los cuales, los más críticos bromeaban del valor del conocimiento: Si tanto sabía, ¿cómo era que no tenía para pagar los gastos diarios?
Oído esto, Tales decidió demostrar el valor del conocimiento del que tanto se mofaban.
Así, con sus conocimientos de astronomía, pudo predecir en pleno invierno las características de la primavera venidera: copiosas lluvias que harían crecer los cultivos, de la misma forma que había ocurrido el año pasado. Los agricultores, cuya experiencia les decía que dos años de buenas cosechas era algo casi impensable, no tenían mucha fe y, desconociendo la información que tenía Tales, se quedaron a verlas venir.
Mientras tanto, Tales alquiló por un precio irrisorio todas las prensas del lugar. Y cuando llegó la cosecha y se recogió la aceituna… ¿Dónde crees que fueron los agricultores?
Exacto.
Como Tales no se encontró competidores a la hora de alquilar, podemos decir que tenía el monopolio de las prensas. Pudo establecer el precio que quiso, elevado por supuesto, y hacer un buen dinero a costa de los agricultores. De esta forma, demostró que el conocimiento puede obrar maravillas; pero que este fin no tenía interés para él.
Un elemento que siempre estuvo ahí
Como ya contamos en un artículo sobre los beneficios del aceite, el oro líquido del mediterráneo siempre estuvo ahí. Huelga decir que sus cualidades hacen de este un indispensable en nuestra cocina que, gastronomía aparte, siempre dará que hablar.