¡Desde Valle de las Monjas te deseamos una muy feliz Navidad y unas felices fiestas!

Por fin ha llegado ese momento del año en que reímos por casi todo, porque casi todo nos alegra. Quizá sean las luces por doquier, o que el cielo parece a punto de descargar copos de nieve sobre nosotros (esperamos que no como a principios de este 2021). El hecho es que todo parece mejor. La Navidad envuelve todo en una especie de halo especial que suaviza a los demás y a nosotros mismos.

Hoy no queremos hablar de nada en concreto, aunque nos gustaría hablar de tantas cosas… Este año ha tenido mucho de mucho. Pero sobre todo, de cosas buenas (aunque no lo creas).

Tenemos un mensaje de Navidad para ti

Realmente este artículo busca la forma de contarte algo que te sirva de algo, que te aporte algo especial. Y, para ello, no hablaremos de nosotros ni de nuestros productos, prometido.

El mensaje de este artículo vira a hacia la reflexión vital, que esperamos que te ayude de alguna forma, porque este es nuestro regalo para ti.

Las cosas importantes

Dicen que hay que dar importancia a las cosas importantes y urgencia a las cosas urgentes. Y nosotros te preguntamos, ¿qué es fundamental para ti? Piénsalo bien.

Habitualmente, no tendemos a reflexionar en lo que realmente subyace a todo lo demás; lo dejamos para fechas como la Navidad o alguna noche puntual de la canícula. Y habitualmente, dejamos que factores externos determinen nuestro estado de ánimo cuando no debería ser así.

¡Y es que damos más importancia a las cosas malas que a las buenas!

Vale, es algo lógico; es un mecanismo de supervivencia. Seguro que te ha pasado, las cosas malas se quedan mejor en tu recuerdo que las buenas. De hecho, rápidamente olvidamos las cosas buenas.

Pero, si hiciésemos un esfuerzo y otorgásemos el mismo valor a las cosas buenas que a las malas… Lo bueno saldría ganando de forma aplastante. Porque a lo largo del día nos pasan más cosas buenas que malas. Y lo bonito de la Navidad es que nos da la oportunidad de apreciar todo esto.

¿Por qué no pones en práctica esta manera de ver las cosas para el año que viene? Ya sabes, en veintiún días habrás desarrollado un hábito; y en noventa, un estilo de vida. Date esa oportunidad, tienes once días parece hacerte a la idea.

¿Te atreves?